El Estado nacional, tal como había sido
creado en Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia, y que era sobre todo un
conjunto de mediaciones entre la unidad
de la ley o la ciencia y la diversidad de las culturas, se disuelve en el
mercado o, a la inversa, se transforma en un nacionalismo identitario
intolerante que desemboca en el escándalo de la purificación étnica y condena a
las minorías a la muerte, la deportación, la violación el exilio” (Touraine, 2001)
La
incursión en la modernidad reúne varias disyuntivas o discusiones alrededor de
la interpretación del conglomerado de términos que abarca dicho espacio
temporal, tanto desde la teoría como desde la práctica. El primero de éstos, es
la concepción de democracia como un régimen o ideología política incluyente, dónde,
puede interpretarse dicha inclusión como un absoluto abarcador exterminador de
la disidencia, tal y como se ha evidenciado en la historia del Estado moderno.
Para
ingresar en ésta discusión o análisis, es menester, más allá de la práctica,
observar la permeabilidad de su ideología en la mente de la humanidad, la cual
ha desplegado la concepción de
superioridad, de un limitado grupo emancipado por su capacidad de adquisición económica, política y religiosa,
promoviendo, tal y como lo plantea
Arendt, la cientificidad de la razón como única verdad absoluta sobre el deber
humano.
“Las
ideologías son conocidas por su carácter científico: combinan el enfoque
científico con resultados de relevancia filosófica y pretenden ser filosofía
científica La palabra «ideología» parece implicar que una idea
puede convertirse en objeto de una ciencia de la misma manera que los animales
son el objeto de la zoología, y que el sufijo -logía en ideología, como en zoología, no indica más que las logoi, las declaraciones científicas
sobre el tema” (Arendt, 1998)
La
distribución desigual del poder, conjugada con la concepción de modernidad como
el desarrollo inmediato basado en la superposición humana sobre la naturaleza,
ha llevado a los hombres a los límites de su invención bajo la idea de una
superación del hombre a raíz de la conquista y eliminación de la diferencia. Bajo
el discurso moderno del desarrollo económico dibujado en la implementación de
tecnologías de alto alcance, las cuales para lograr su máxima expresión
necesitan irrumpir y destruir la concepción de minoría, llevándola a su máximo
de colectividad.
Así,
el desarrollo de actividades basadas en la satisfacción diaria de las
necesidades básicas humanas empieza a desdibujarse bajo el argumento de nuevas
necesidades que, gracias a la imposición social, logran volverse más básicas
que el simple hecho de comer o dormir. La simple idea de considerar volver en
sí mismo, mirar hacia adentro se convierte en un desafío de supervivencia
social, pues la vida deja de ser vida en el sentido per se para convertirse en
vida pública, vida social; es en torno a lo social y a la capacidad de
adquisición que emergen nuevos paradigmas sobre la modernidad. Pues es sólo a
partir de la vida en comunidad que esa concepción de democracia como “poder de
las mayorías” que logra infringirse un control total sobre la población.
De lo mencionado
anteriormente es factible evidenciar cómo “aproximadamente
el 40 por ciento de la población del mundo no tiene acceso a una asistencia
sanitaria profesional y, a pesar de ello, los países en vías de desarrollo
gastan tres veces más en armas que en sanidad”
(Capra, 1993), además de las inversiones en tecnología que logran mantener su status
de “desarrollistas” mediante la extrapolación no sólo del medio ambiente, sino
también de poblaciones marginadas y denominadas pobres por la ausencia de las
tecnologías de punta promovidas éstos magnates.
La riqueza, bajo el nuevo discurso ha sido promovida
por los imaginarios del dinero, del uso del papel valor y la capacidad de
adquisición conquistada a través de éste. De ahí que toda cultura alejada de
ésta dinámica sea tildada no sólo de subdesarrollista, sino también de
incivilizada y decadente. Esta concepción de riqueza ha doblegado a la
naturaleza, siendo ésta pues la promotora de vida, a la necesidad de
desvalorizarla y lograr utilizarla de forma infinita, siendo algo finito, en
aras de llenar las arcas de las multinacionales.
Exponiendo el desarrollo como el atropello a lo
natural, la debastación de los recursos y la eliminación parcial o total, de
ser posible. La relación directa de política y economía la enamarca la Touraine
al proponer la necesidad de “aceptar la idea de que la democracia corre gran
peligro allí donde el Estado gobierna directamente la economía” (Touraine,
2001).
Ya que se nula la posibilidad de inclusión y respeto de
las minorías bajo la imposición del PODER mediante una violencia directa
justificada en el desarrollo de las mayorias. Las cuales a su vez engañadas,
conciben la modernidad como el desaforo de tecnologías vanguardistas,
declinando toda oportunidad de generaciones futuras a conocer un mundo natural,
real como la madre tierra.
Ahora bien, la incapacidad de la modernidad, tal como lo evidencia el
Fausto de Goethe, de aceptar o incluir cualquier tipo de diferencia que piense
o contradiga su ideología, incita a replantear ¿qué tan moderno puede erguirse
una ideología o civilización? O simplemente ¿qué tan civilizado o moderno es en
realidad la misma modernidad desde la concepción de destierro de toda
diferencia, siendo éstas las que aportan y brindad múltiples perspectivas al
“desarrollo”? ¿Es simplemente una forma de eliminar la libertad de pensamiento
bajo el yugo imperialista?
El desarrollo de una civilización continua cuando
ésta logra responder con éxito al estímulo inicial, generando una serie de
impulsos culturales que la llevan más allá del estado de equilibrio: se llega
entonces a una situación de desequilibrio que supone un nuevo estímulo” (Capra, 1993)
Una evidencia real de esto se observa en la disputa generada por el
Estado Colombiano, alineado con las multinacionales Oxy y Shell, con la Tribu
Indígena U´wa en el marco de un proyecto petrolero en el territorio sagrado de
ésta tribu. Los U´wa, o Tunebos como también se conoce a éste pueblo, se
encuentra ubicada en un espacio geográfico amplio del territorio Colombiano que
comprende departamentos de: Boyaca, Arauca, Casanare, Santander y Norte de
Santander.
Más específicamente en la Sierra Nevada del Cocuy, situada en los Andes
Nororientales del Estado Colombiano. Su riqueza natural distribuida en
minerales, fauna, hídricos y flora, ha generado que durante décadas hayan sido
foco de expropia miento territorial no sólo por parte de la comunidad
mayoritaria en general, sino, más específicamente, por parte del Estado como
veedor de su economía e influenciado por las magnas multinacionales
imperialistas.
(Serje, 2003)
Sus raíces, su cultura, su lenguaje, su expresión corporal, política, lingüística
y económica han sido amenazadas, más que por la llegada o superposición de
nuevas culturas de la comunidad mayoritaria, por la imposición y desarraigo de
sus tierras, siendo éstas el principal elemento de identidad de su comunidad,
sustentado por un discurso “desarrollista” de las transnacionales petroleras
apoyadas por el Estado colombiano.
Dicha controversia se inicia en el año de 1992, un año después de la
entrada de la nueva Constitución de 1991 donde según el artículo séptimo “el
Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación
colombiana”, que complementado con el artículo 330, el cual reglamenta las
funciones de los Consejos Indígenas obliga a éstos a “velar por la preservación
de los derechos humanos, entre otras”.
La firma de “un contrato con la multinacional Occidental
de Colombia Inc. Para que ésta iniciara labores de exploración y explotación de
petróleo en una amplia zona del nororiente colombiano” (Novoa, 2011) generó una resistencia del pueblo U´wa cola fuerte
argumentación de “la tierra es nuestra madre y posee por ello un valor
sagrado, el territorio U’wa es su corazón; el petróleo es la sangre de la madre
tierra, si se le extrae ella perecerá. Por encargo divino estamos aquí para
protegerla de cualquier intento de agresión, así éste se haga en nombre de la
civilización; si preservamos la tierra estaremos asegurando la vida presente,
pero también la vida futura De tal modo que si se da inicio a las tareas de
exploración, los U’was nos suicidaremos en forma colectiva” (Novoa, 2011)
Lo anterior evidencia
disputa entre lo moderno y lo ancestral donde “los U´wa se sitúan como pueblo
“tradicional”, un pueblo que ha mantenido un cierto estado de pureza, que
prácticamente no ha sido contaminado por el contacto con la sociedad
occidental” (Serje, 2003) y que a partir de la falacia económica y su apoyo
“demócrata” se ve amenazado por una cultura globalizadora.
Aferrados a tanto a
su tradición como a la legislación colombiana, siendo la misma mediante la cual
el Estado promovió la irrupción de su territorio, y en respuesta a los
múltiples actos violentos y “legales “por parte de las multinacionales, el
pueblo U´wa reaccionó con el ultimátum de un suicidio colectivo en caso tal de
verse comprometido su territorio.
(Serje, 2003)
Ahora bien, objetivo de la evolución, planteado por Hanna
Arendt, como las etapas vitales de condición de vida del hombre desde la labor,
el trabajo y la acción, han sido alteradas por el propósito final de la
modernidad. Si bien es cierto que Arendt explica la labor como la consecución
de actividades básicas, el trabajo como las actividades enfocadas a la creación
de objetos y la acción como la trascendencia del ser, mencionada anteriormente.
La modernidad, evidenciada en la situación de los U´wa, ha postulado el trabajo
como acción, doblegando el papel real de ésta y obligando a las mentes
manipuladas a concebir su realización última en torno a la producción de
objetos, en éste caso la explotación de la madre naturaleza a favor del crudo. (Arendt, De la historia de la acción, 1995)
Así pues la comprensión del mundo y las diferencias que lo caracterizan
ha sido distorsionada bajo la concepción demócrata de la igualdad y el poder de
las mayorías. Discurso que no sólo elimina la capacidad de pensar del ser
humano, sino que a su vez suprime la posibilidad de reconciliar la humanidad
con la naturaleza.
La situación de los U´wa debe ser vista no sólo como la re significación
y reivindicación del mundo con las culturas ancestrales, sino también como la
necesidad de reivindicar la capacidad de pensamiento de la humanidad. Donde la
se replanté la idea de desarrollo y modernidad a partir de la reconciliación
del pasado y el futuro, marcado por la aceptación y el respeto de las
diferencias como fuente de civilización y progreso.
“Hoy día, no mandan las gentes, no mandan los pueblos, hoy
quien regula todo es el mercado mundial. Y todo el que se oponga a este sistema
mercantil, se convierte en enemigo o terrorista del mundo, en un peligro al que
hay que eliminar.” (Cobaria, 2007)
BIBLIOGRAFÍA
Nueva Constitución Política de Colombia; juio 04 de 1991. (2009). Bogotá: Unión Ltda.
Arendt, H. (1995). De la historia de la acción.
Barcelona: Paidos.
Arendt, H. (1998). Los origenes del totalitarismo.
España: TAURUS.
Capra, F. (1993). El Punto Crucial; ciencia, sociedad y
cultura naciente. Argentina: Troquel S.A.
Cobaria, B. (7 de 12 de 2007). Los U´wa, lucha a vida o
muerte. Obtenido de Enajenación mundial, opiniones sobre conflictos armados
en Iberoamérica:
http://enajenacion.wordpress.com/2007/12/07/los-uwa-lucha-a-vida-o-muerte/
Novoa, J. C. (02 de 10 de 2011). Los U´was: Una revelión
Contra el Sino Trágico del Desarrollo. Obtenido de http://josecuesta.obolog.com/urwas-rebelion-contra-sino-tragico-desarrollo-1268882
Serje, M. (2003). ONG´s, INDIOS Y PETRÓLEO: EL CASO U´WA A
TRAVÉS DE LOS MAPAS DEL TERRITORIO EN DISPUTA. Bull. Inst. fr. études
andines, 101-131.
Touraine, A. (2001). ¿Qué es la democracia? México:
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
DIANA MARÍA TORRES CHICA.
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